Este texto se presenta en un suplemento cultural, Radar, del diario Página 12 y fue escrito por el historiador y periodista Osvaldo Bayer.
A continuación, analizaremos cuál es la polémica de fondo que puede verse detrás de la discusión entre las personas de Bayer y Sarlo.
El texto se inicia con una anécdota que le da pie a Bayer para desatar su respuesta y explica el título de su artículo, presentándolo a la vez como “la” verdad de la polémica. En este primer párrafo, trae la voz de la misma Sarlo para responder con una pregunta retórica que, luego se verá, es lo que Bayer quiere responder, aludiendo a un episodio en el que el escritor Osvaldo Soriano habría sido maltratado por ella y por sus alumnos en
En el segundo párrafo, Bayer establece una oposición, dos campos antagónicos, en los cuales buscará ubicarse él y ubicar a Sarlo: uno, el “llano lenguaje del aprendizaje” y otro, “el academicismo de acentos aristocráticos”. Lo que se despliega en los párrafos siguientes es la justicación de por qué él con otros se ubican en lo sencillo, lo popular, lo accesible, mientras que Sarlo estaría en lo complejo, lo elitista, etc. Cita de nuevo la voz de Sarlo reconociendo que nunca invitó a Soriano. Esto, que desde la perspectiva de Sarlo cerraría el debate, para Bayer, lo reactualiza: el eje de la discusión parece transladarse momentáneamente no a cómo fue tratado el escritor sino a los motivos que pudo tener Sarlo para no invitarlo. A partir de aquí, Bayer comienza a construir una imagen de sí mismo que se distancia claramente de la “aristocrática” Sarlo: él sí les abrió la puerta de
En el párrafo que sigue, retoma, a través del conector adversativo “pero”, la anécdota que disparó la polémica. En síntesis, apela a dos recursos para insistir sobre la veracidad del episodio y para seguir construyendo una imagen positiva de sí mismo: uno, son las citas de diálogos con el mismo Soriano, que le contó el episodio; otro, son los términos del campo semántico de la grandeza, que se aplica a sí mismo mostrándose como el “salvador” de Soriano, y que continúa utilizando en el párrafo que sigue: “no te hagas problemas, yo te voy a invitar”, “reivindicaremos”, “homenaje”, “una de las clases magistrales más concurridas”, “una de las jornadas de más emoción en mi vida”. Luego, trae una cita de autoridad, la de Ricardo Piglia, otro importante referente de
A continuación, la mención de la ovación recibida funciona como ratificación del valor de Soriano, oponiéndolo de nuevo a los “titulados academicistas”
El párrafo que sigue retoma el presente de la enunciación: Bayer se muestra asombrado de la falta de reacción de Sarlo durante diez años y retoma algunas preguntas retóricas que ya había formulado de otro modo. Sigue una anécdota que no suena consecuente con la polémica, como la mención anterior a que él sí les abrió las puertas de
El párrafo final está dirigido directamente a Sarlo, a través del vocativo “profesora” y reitera la invitación a un debate democrático, ya que “la verdad democrática es lo único que vale”: cerrando el texto así, Bayer también termina de construir su propia imagen.
Analizado el texto, aparece que la polémica de fondo, más allá de la indemostrable falsedad o veracidad –para nosotros lectores- de la anécdota sobre Soriano, puede formularse cómo : ¿qué es lo que hace valioso a un escritor: sus títulos académicos, sus estudios formales, el hecho de ser popular/de que sus libros figuren en las listas de best Sellers, su compromiso político personal con los derechos humanos, su autodidactismo, su adecuación a determinados cánones artísticos del “bien escribir”…? Y más: los representantes de
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