5.3.12

LITERATURA DE IDEAS- 5- "¿CÓMO SE ESCRIBE 'GOLOSINAS'?"-ANÁLISIS

EJEMPLO DE ANÁLISIS DE UN TEXTO ARGUMENTATIVO
El análisis que aquí les reproducimos fue elaborado por un alumno de Terminale, siguiendo las consignas dadas en clase e incorporando de manera crítica y organizada las categorías de análisis trabajadas en esta primera unidad.


RESULTA UN TRABAJO CLARO RESPECTO DEL ANÁLISIS DE UN TEXTO ARGUMENTATIVO: se identifica con claridad la tesis de la autora; la forma progresiva en la que la desarrolla en su texto; se analizan las marcas de la enunciaciòn para mostrar cómo Sarlo busca persuadir a su lector y reformula con claridad los ejemplos y anécdotas que el texto analizado contiene. Ponemos el texto, entonces, sin las correcciones de sintaxis y ortografía que se le hicieron en papel, por el muy adecuado ejemplo que significa de lo que es un análisis. ADELANTE, trabajando y leyendo con sistematicidad y regularidad, todos son capaces de trabajar de esta manera.





Análisis de “¿ Cómo se escribe ‘golosinas’ ?”





En junio de 2007, Beatriz Sarlo publica un artículo periodístico en Clarín con el título “¿ Cómo se escribe ‘golosinas’ ?”. En este, la escritora y ensayista desarrolla una argumentación sobre la ortografía, la expresión oral, el discurso espontáneo, todo ello en relación con su concepción respecto de qué es el aprendizaje. Lo que está marcado es lo relevante para el análisis: conectores, verbos de decir, recursos con sus efectos, marcas de enunciación, tesis, etc. (recuerden el esquema entregado en blanco sobre la estructura de un análisis).

En primer lugar, fijémonos en el título del artículo, una pregunta retórica, que es un modo original de llamar la atención del lector por lo irónico que es (supondríamos que "golosinas" no es la palabra que mayor dificultad puede ofrecer en su ortografía). Esta anécdota le da pie a Sarlo para introducir la anécdota sobre los tres carteles de kiosco con tres ortografías diferentes de la palabra “golosinas”. El protagonista de ese relato es designado por el pronombre indefinido “Alguien”, que permite implicar toda categoría de persona (más el lector) en una confrontación con una ortografía considerada incorrecta que puede surgir en la vida cotidiana (por eso, se usa esa anécdota como ejemplo). Por lo tanto, Sarlo “desculpabiliza” el autor de tal ortografía con la expresión : “Sin embargo, no hay motivos para desconfiar de mi interlocutor.” La marca de enunciación “sin embargo”, que demuestra una concesión, permite a la escritora (implicada en el pronombre “mi”) establecer una relación de confianza con su lector, potencialmente susceptible de violar la ortografía. En este caso, está claro que ser espontáneo -a partir del ejemplo de la ortografía- no sirve para aprender realmente.
Esa estrategia ayuda a Sarlo a enfocarse en los jóvenes, y principalmente en los estudiantes; más adelante, el término “universidad” refiere de hecho al universo educativo en el cual la lengua es estudiada por sus jóvenes alumnos. Una vez más, Sarlo generaliza el problema de la mala ortografía con otro pronombre indefinido : “cualquiera que haya corregido exámenes escritos en la universidad sabe que la ortografía no es una destreza distribuida igualitariamente entre los alumnos”. Con la voluntad de hacer que nadie se sienta culpado sobre el problema ortográfico, la enunciadora se implica en su discurso con el verbo “Aclaro”, es una marca de enunciación que muestra su voluntad de conciliar posturas y evitar un enfrentamiento que la tilde de elitista.
Después, el resto del párrafo, puesto entre paréntesis, relata el ejemplo del decano de la Facultad de Medicina -ejemplo de autoridad-, gracias al cual Sarlo se queda fuera de la posición de la “acusación” según la cual los estudiantes no harían esfuerzos en ortografía. Así, ese modo de comunicación suscita una confianza en el lector que será más susceptible de adoptar la tesis de Sarlo. La polifonía -la anécdota del decano- está al servicio de reagrupar las diversas tesis ya debatidas sobre el problema de la ortografía. La universidad es el "lugar último" donde los estudiantes podrían recuperar algunos déficits de la escolarización previa.
En el segundo párrafo, se emplean dos repeticiones: “El párrafo anterior está completamente fuera de moda.” y “criticar esa forma de lengua oral también está pasado de moda”. De ese modo, Sarlo asume que no necesariamente lo nuevo es bueno o mejor, ya que ella, de hecho, está criticando ese lenguaje; en vistas de lo anterior, podemos asumir que la moda no es un elemento relevante para juzgar la validez de una técnica de aprendizaje.
A partir de ese punto, la escritora critica a la Real Academia Española y las demás de Latinoamérica que, según ella, incorporan nuevas palabras efímeras en el uso de la lengua popular. Las expresiones “Desde hace décadas”, “muchas veces” y “más vale rápido que lentamente” denuncian el carácter “mecánico” de las academias que se ponen al servicio de la espontaneidad “recopilando” el vocabulario proveniente de ella. Es por eso que la tesis de Sarlo aparece a partir del tercer párrafo del artículo, pues se empieza a invalidar la espontaneidad de la lengua como un modo válido de aprenderla, de ejercerla. De nuevo, aquí la responsable de una espontaneidad negativa es la institución que debería cuidar el lenguaje, ya que por demagogia, incorpora palabras cuya duración será muy efímera, o excesivamente local para figurar en un diccionario.
Después, la ensayista hace una crítica más precisa del uso del lenguaje espontáneo pasando de un contexto general (las escuelas/universidades, las academias, reflejo de la lengua “popular”) hacia el de la “literatura”, dominio bien propio del lenguaje y de la lengua.
De hecho, el tercer párrafo introduce los verbos “se piensa” y “se afirma”, empleando una tercera persona indefinida que se asimila a una especia de rumor, de idea preconcebida popular ; se sobreentiende que los argumentos a favor de una espontaneidad total del discurso son falacias. Es lo que se puede ver con el empleo de marcas de enunciación  de duda en las expresiones “más o menos cierto” y “más o menos falso”, o del nombre “leyenda”. Es con esa mente critica que Sarlo ataca la idea según la cual “Arlt escribía con faltas de ortografía” (dado que Arlt es un escritor famoso, las personas a favor de la espontaneidad sostienen que la ortografía o la sintaxis no son relevantes para ser un buen escritor, invocando el reconocimiento que obtuvo Arlt).
La ensayista empieza su refutación con la repetición de la expresión “como pocos”, repetición que destruye la imagen de un Arlt cultor y promotor de la espontaneidad : “Arlt sintió como pocos los límites de la lengua; como pocos experimentó la idea de que él era un excluido de la cultura alta; como pocos se esforzó para responder […] con decenas de palabras raras que encontraba en traducciones, palabras muchas veces inutilizables pero que lo fascinaban por su prestigio o por su halo de distancia.”.
Esa progresión, excluyendo a Arlt de los utilizadores del lenguaje espontáneo y dejando en claro que sus déficits lingüísticos jamás fueron motivo de orgullo para Arlt mismo, sino de sufrimiento , culmina con el inicio del cuarto párrafo que explicita la tesis de Sarlo : “Ningún gran escritor escribe con la lengua que habla. Ningún gran escritor es espontáneo”. De modo que el aprendizaje tampoco lo és. Por una parte, se muestra que no puede haber escritor, como en el ejemplo de Arlt, que no haya adquirido un aprendizaje profundo de la lengua. Por otra parte, se demuestra que la idea según la cual Arlt utilizaba la lengua espontáneamente y se desinteresaba de sus faltas ortográficas en su vida de escritor es una falacia. Además, se puede agregar que en literatura, la  expresión de la individualidad, se realiza a través de una herramienta que, como bien dice Bajtín, viene dada socialmente, el lenguaje, por lo cual,  la pretensión de espontaneidad como originalidad es incoherente ya que el aprendizaje de esta herramienta de comunicación, el lenguaje, no puede limitarse a lo que espontáneamente "le salga" a cada uno para ser eficaz. Así, no se da cabida a nada exterior que pueda modificar. enriquecer,  lo que el sujeto ya trae, bien o mal aprendido.
Sarlo finaliza esa parte poniendo la marca de enunciación de duda: “puede haber sido una parcial realidad” para sostener con más vigor la imagen de un Arlt como “escritor iracundo” que “escribía contra las faltas de ortografía”. Esa posición muy determinada destruye todas las posibilidades de defensa de la espontaneidad como camino válido para el aprendizje.
Es a partir de ese punto que Sarlo desarrolla su tesis implicando a otros actores. Primero, llama la atención de los que transmiten la lengua y los modos de emplearla a través del apóstrofe “señores burócratas, profesores y padres”. Después, una serie de expresiones, presenta la espontaneidad con el campo léxico de lo  primitivo, de lo menos civilizado: “en lo que somos”, “instinto”, “reflejo”. Se sobreentiende la idea de que la espontaneidad del lenguaje implica un modo de ser, de vivir, que no deja la posibilidad de evolución o de transformación del que se apropia la lengua y la usa de modo espontáneo.
Es así que se explicita la tesis de Sarlo, defendiendo el interés del aprendizaje que permite una transformación del ser que se apropia una lengua no solamente a través del lenguaje espontáneo, sino estudiando, combatiendo su propia ignorancia. Primero, se da la respuesta a la pregunta retórica del título, para llamar la atención del lector : “Golosinas se escribe con "s"”, porque hay reglas racionales factibles de aprender y de ejercitar ("goloso" va con "s", lógicamente, "golosinas" debería mantenerla), pero la cuestión central es que ese o cualquier aprendizaje requieren concentración, esfuerzo.. Después, Sarlo introduce una explicación del aprendizaje con los nombres “copia” y “repetición”, ejercicios que permiten una buena asimilación de la lengua. También, la ensayista establece una comparación entre las repeticiones de gestos en el “deporte”, los “pasos” de baile, la práctica de un “instrumento [de música]” y la copia, el caso de la lengua, para sostener la idea de que el aprendizaje se hace por medio de la repetición. A través de las comparaciones del aprendizaje como copia/repetición en ámbitos más cercanos a los lectores que la literatura (el deporte, la música), la emisora busca hacer más comprensible su tesis y apuntalar su validez.
Para concluir, Sarlo hace un elogio del aprendizaje explicando que una vez que una persona haya hecho copias para asimilar habilidades en un dominio determinado, esta puede practicar esas habilidades “superando” lo que había copiado ; o sea, el aprendizaje confiere la libertad de progresar en un dominio particular, idea sostenida por la anécdota personal que termina el articulo. Es decir, paradójicamente, para Sarlo, el mejor aprendizaje, y la mejor manera de ser original es empezando a copiar, y transformando la copia con el sello inconfundible de cada uno.
(La apertura, para que la piensen ustedes: por ejemplo ¿en qué se relaciona este texto con "Lecturas escolares", de la misma autora?).


LITERATURA DE IDEAS 6 - "La aventura del conocimiento y el aprendizaje"- Texto para control




(este texto formará parte del programa del Bachillerato: los alumnos lo recibirán en papel y deben conservarlo para estudiar para los exámenes).

LA AVENTURA DEL CONOCIMIENTO Y EL APRENDIZAJE


















La velocidad nos ayuda a apurar los tragos amargos. Pero esto no significa que siempre debamos ser veloces. En los buenos momentos de la vida, más bien conviene demorarse. Tal parece que para vivir sabiamente hay que tener más de una velocidad. Premura[1] en lo que molesta, lentitud en lo que es placentero. Entre las cosas que parecen acelerarse figura -inexplicablemente- la adquisición de conocimientos.

En los últimos años han aparecido en nuestro medio numerosos institutos y establecimientos que enseñan cosas con toda rapidez: "....haga el bachillerato en 6 meses, vuélvase perito mercantil en 3 semanas, avívese de golpe en 5 días, alcance el doctorado en 10 minutos....."
 Quizá se supriman algunos... detalles. ¿Qué detalles? Desconfío. Yo he pasado 7 años de mi vida en la escuela primaria, 5 en el colegio secundario y 4 en la universidad. Y a pesar de que he malgastado algunas horas tirando tinteros al aire, fumando en el baño o haciendo rimas chuscas, no creo que ningún genio recorra en un ratito el camino que a mí me llevó decenios.
¿Por qué florecen estos apurones educativos? Quizá por el ansia de recompensa inmediata que tiene la gente. A nadie le gusta esperar. Todos quieren cosechar, aún sin haber sembrado. Es una lamentable característica que viene acompañando a los hombres desde hace milenios
A causa de este sentimiento algunos se hacen chorros[2]. Otros abandonan la ingeniería para levantar quiniela[3]. Otros se resisten a leer las historietas que continúan en el próximo número. Por esta misma ansiedad es que tienen éxito las novelas cortas, los teleteatros unitarios, los copetines al paso, las "señoritas livianas", los concursos de cantores, los libros condensados, las máquinas de tejer, las licuadoras y en general, todo aquello que no ahorre la espera y nos permita recibir mucho entregando poco.

Todos nosotros habremos conocido un número prodigioso de sujetos que quisieran ser ingenieros, pero no soportan las funciones trigonométricas.. O que se mueren por tocar la guitarra, pero no están dispuestos a perder un segundo en el solfeo. O que les hubiera encantado leer a Dostoievsky, pero les parecen muy extensos sus libros.
Lo que en realidad quieren estos sujetos es disfrutar de los beneficios de cada una de esas actividades, sin pagar nada a cambio.

Quieren el prestigio y la guita que ganan los ingenieros, sin pasar por las fatigas del estudio. Quieren sorprender a sus amigos tocando "Desde el Alma" sin conocer la escala de si menor. Quieren darse aires de conocedores de literatura rusa sin haber abierto jamás un libro.
 Tales actitudes no deben ser alentadas, me parece. Y sin embargo eso es precisamente lo que hacen los anuncios de los cursos acelerados de cualquier cosa.
Emprenda una carrera corta. Triunfe rápidamente.
 Gane mucho "vento"[4] sin esfuerzo ninguno. No me gusta. No me gusta que se fomente el deseo de obtener mucho entregando poco. Y menos me gusta que se deje caer la idea de que el conocimiento es algo tedioso y poco deseable.
 ¡No, señores: aprender es hermoso y lleva la vida entera!
El que verdaderamente tiene vocación de guitarrista jamás preguntará en cuánto tiempo alcanzará a acompañar la zamba de Vargas. "Nunca termina uno de aprender" reza un viejo y amable lugar común. Y es cierto, caballeros, es cierto.

Los cursos que no se dictan: aquí conviene puntualizar algunas excepciones. No todas las disciplinas son de aprendizaje grato, y en alguna de ellas valdría la pena una aceleración. Hay cosas que deberían aprenderse en un instante. El olvido, sin ir más lejos. He conocido señores que han penado durante largos años tratando de olvidar a damas de poca monta[5] (es un decir).. Y he visto a muchos doctos varones darse a la bebida por culpa de señoritas que no valían ni el precio del primer Campari[6]. Para esta gente sería bueno dictar cursos de olvido. "Olvide hoy, pague mañana". Así terminaríamos con tanta canalla inolvidable que anda dando vueltas por el alma de la buena gente.
 Otro curso muy indicado sería el de humildad. Habitualmente se necesitan largas décadas de desengaños, frustraciones y fracasos para que un señor soberbio entienda que no es tan pícaro como él supone. Todos -el soberbio y sus víctimas- podrían ahorrarse centenares de episodios insoportables con un buen sistema de humillación instantánea.
(…)
 Todos estos cursos comienzan con la frase "Yo te voy a enseñar" y terminan con un castañazo[7]. Son rápidos, efectivos y terminantes.
 Elogio de la ignorancia: las carreras cortas y los cursillos que hemos venido denostando[8] a lo largo de este opúsculo tienen su utilidad, no lo niego. Todos sabemos que hay muchos que han perdido el tren de la ilustración y no por negligencia. Todos tienen derecho a recuperar el tiempo perdido. Y la ignorancia es demasiado castigo para quienes tenían que laburar mientras uno estudiaba.
Pero los otros, los buscadores de éxito fácil y rápido, no merecen la preocupación de nadie. Todo tiene su costo y el que no quiere afrontarlo es un garronero[9] de la vida.
De manera que aquel que no se sienta con ánimo de vivir la maravillosa aventura de aprender, es mejor que no aprenda.
 Yo propongo a todos los amantes sinceros del conocimiento el establecimiento de cursos prolongadísimos, con anuncios en todos los periódicos y en las estaciones del subterráneo.

"Aprenda a tocar la flauta en 100 años".
"Aprenda a vivir durante toda la vida".
 "Aprenda. No le prometemos nada, ni el éxito, ni la felicidad, ni el dinero. Ni siquiera la sabiduría. Tan solo los deliciosos sobresaltos del aprendizaje".

Alejandro Dolina- Buenos Aires, nacido en Buenos Aires en 1949.

















[1] Rapidez, apuro, prisa
[2] En lunfardo, ladrones
[3] Dedicarse al juego ilegal
[4] En lunfardo, dinero
[5] De poca importancia
[6] Bebida
[7] Un golpe
[8] Criticando
[9] Alguien que pretende obtener beneficios sin dar nada a cambio