20.6.11

Ficciones -1-: Orden de lecturas - Frases de Borges sobre diferentes aspectos



























Ficciones, de Jorge Luis Borges

Una sugerencia para la lectura:

- Miren los enlaces de este blog que refieren a las influencias de Borges. Quizás, si lo hacen antes de leer la obra, sea de ayuda. Particularmente, este enlace, donde hay algunas partes incompletas pero, básicamente, tiene resúmenes de los textos y glosarios que ayudan a su comprensión.

- ¿Por cuál empezar, hay algún orden "conveniente"? No diría, depende mucho de cada lector, pero por ejemplo, yo haría esto (aparte de la sugerencia anterior), según la extensión, los temas que aparecen y la forma de tratarlos...:

  • Las ruinas circulares
  • La lotería en Babilonia
  • La biblioteca de Babel
  • El jardín de senderos que se bifurcan
  • Pierre Menard, autor del Quijote
  • Examen de la obra de Herbert Quain
  • Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (para control)

  • Como deben de tener las ediciones que incluyen
    Artificios, pueden leer de ahí los textos donde aparezca el tema de Judas, el del traidor, etc. Además, "Funes el memorioso" y "El milagro secreto", personalmente me gustan mucho y los recomiendo.







    Algo para empezar: lean las frases, fíjense si alguna les llama la atención por algo, pregúntense -obviamente;-)- por qué, etc.


    DICCIONARIO PRIVADO DE JORGE LUIS BORGES, Blas Matamoro, Altalena, Madrid, 1979 (fragmentos)

    Lo que decimos no siempre se parece a nosotros. Jorge Luis Borges

    AMOR

    1. Hay quien busca el amor de una mujer para olvidarse de ella, para no pensar más en ella.

    2. La guerra, como la mujer, sirve para probar a los hombres.

    3. El amor me preocupa demasiado en la vida real. Por eso no aparece en mis cuentos: no quiero pensar en él cuando escribo. Los argentinos estamos mejor dotados para la amistad que para el amor o el parentesco.

    4. El amor exige continuos milagros y reciprocidad. Si uno deja de ver a una persona por unos días se puede llegar a sentir muy desdichado. Se siente con mucha intensidad y puede llevar a la desgracia. La amistad, en cambio, puede prescindir de la frecuentación.


    ARGENTINA Y LOS ARGENTINOS

    1. Los escritores argentinos escriben en el lenguaje de los saineteros, que ninguno habla y si, a veces gusta, es precisamente por su aire exagerativo y caricatural, por lo forastero que suena; o en el lenguaje de los cultos, que mueren de la muerte prestada del español.

    2. Ser argentino es hoy (1927) una ocupación descansadísima. Nadie trasueña que tengamos algo que hacer.

    3. Cada día que pasa nuestro país es más provinciano y engreido, como si cerrara los ojos. No me sorprendería que la enseñanza del latín fuera reemplazada por la del querandí (1969).

    4. El revisionismo es un pasatiempo que consiste en «revisar» la historia argentina, no para indagar la verdad sino para arribar a una conclusión de antemano resuelta: la justifcación de Rosas o de cualquier otro déspota disponible. Sigo siendo, como se ve, un salvaje unitario.

    5. El menosprecio británico por el cuchillo se ha hecho tan general que puedo recordar con derecho el concepto vernáculo: para el criollo la única pelea seria, de hombres, era la que permitía un riesgo de muerte.

    6. El argentino hallaría su símbolo en el gaucho y no en el militar porque el valor cifrado en aquél por las tradiciones orales no está al servicio de una causa y es puro. El gaucho y el compadre son imaginados como rebeldes; el argentino, a diferencia de los americanos del Norte y de casi todos los europeos no se identifica con el Estado. Ello puede atribuirse al hecho general de que el Estado es una inconcebible abstracción; lo cierto es que el argentino es un individuo, no un ciudadano. El Estado es impersonal; el argentino sólo concibe una relación personal. Por eso, para él, robar dineros públicos no es un crimen.

    7. La historia argentina puede definirse sin equivocación como un querer apartarse de España, como un voluntario distanciamiento de España.

    8. Los nacionalistas simulan venerar las capacidades de la mente argentina pero quieren limitar el ejercicio poético de esa mente a algunos pobres temas locales, como si los argentinos sólo pudiéramos hablar de orillas y estancias y no del universo.

    9. Sarmiento sigue formulando la alternativa: civilización o barbarie. Ya se sabe la elección de los argentinos.

    10. Si en lugar de canonizar el Martín Fierro hubiéramos canonizado el Facundo otra sería nuestra historia y mejor.

    11. La Argentina es un país culturalmente atrasado, entre otras cosas, por una incapacidad para desarrollar esfuerzos desinteresados. Todo se hace con propósitos materiales, especialmente pecuniarios.

    12. El argentino suele carecer de conciencia moral pero no intelectual; pasar por inmoral le importa menos que pasar por zonzo. La deshonestidad goza de la veneración general y se llama viveza criolla.

    13. La Argentina es una continuación cultural de Europa. La prueba es que no hablamos el charrúa ni el araucano, sino un ilustre dialecto del latín.


    14. El duelo criollo no existía antes de José Hernández y Eduardo Gutiérrez. No lo menciona Hilario Ascasubi, por ejemplo. Después la gente empezó a batirse a duelo porque así lo decían los libros. La naturaleza imita al arte.

    15. En Argentina, toda persona educada puede gozar de la literatura francesa. Aún cuando tenga dificultades para hablar con un camarero o para entenderse con un portero, esta persona no tendrá grandes dificultades para entendérselas con Voltaire, Hugo o Verlaine, lo cual, evidentemente, es más importante.

    ARTE


    1. Quienes dicen que el arte no debe propagar doctrinas suelen referirse a doctrinas contrarias a las suyas.

    2. El arte debe ser como un espejo que nos revela nuestra propia cara.

    BORGES- Autobiografía

    1. Noto que estoy envejeciendo; un síntoma inequívoco es el hecho de que no me interesan o sorprenden las novedades, acaso porque advierto que nada esencialmente nuevo hay en ellas y no pasan de ser tímidas variaciones.

    2. Yo creí, durante años, haberme criado en un suburbio de Buenos Aires, un suburbio de calles aventuradas y de ocasos visibles. Lo cierto es que me crié en un jardín, detrás de una verja con lanzas, y en una biblioteca de ilimitados libros ingleses.

    3. Soy de estirpe militar y siento la nostalgia del destino épico de mis mayores. Mi culto del valor me llevó, como a tantos otros, a la veneración atolondrada de los hombres del hampa: Así, a lo largo de los años, contribuí, sin saberlo y sin sospecharlo, a esa exaltación de la barbarie que culminó en el culto del gaucho, de Artigas y de Rosas.


    4. He consagrado mi ya larga vida a las letras, a la cátedra, al ocio, a las tranquilas aventuras del diálogo, a la filología, que ignoro, al misterioso hábito de Buenos Aires y a las perplejidades que no sin alguna soberbia se llaman metafísica. Tampoco le ha faltado a mi vida la amistad de unos pocos, que es lo que importa. Creo no tener un solo enemigo o, si los hubo, nunca me lo hicieron saber. La verdad es que nadie puede herirnos salvo la gente que queremos (1969).

    5. Hacia 1960 me afilié al Partido Conservador porque es, indudablemente, el único que no puede suscitar fanatismos. Es una forma de escepticismo. No he disimulado nunca mis opiniones, pero no he permitido que interfirieran en mi obra literaria, salvo cuando me urgió la exaltación de la Guerra de los Seis Días. El ejercicio de las letras es misterioso; lo que opinamos es efímero.

    6. Han influido en mí, en primer término, los escritores que prefiero; luego, los que he leído y repito; luego, los que nunca he leído pero que están en mí. Un idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos.

    7. Desde 1899, año en que nací, la Academia Sueca ha respetado rigurosamente la tradición de no darme el Premio Nobel. Sospecho que es más lindo y sorprendente elegir a un personaje pintoresco. Rabindranath Tagore, por ejemplo, con turbante, vestido de celeste y con una barba blanca, aunque supiera que lo escrito por él no era para tanto.


    8. Conozco muchas personas más inteligentes que yo, pero nombrarlas no significaría ningún halago para ellas.


    9. Nada sé de la literatura argentina actual. Hace tiempo que mis contemporáneos son los griegos (1975).

    10. En mi juventud nos reuníamos a conversar sobre si el hombre es mortal o no, sobre qué es el tiempo, qué la poesía y la metáfora, el verso libre, la rima. Hablábamos de temas no efímeros, que trascendían el momento. Ahora, al cuarto de hora de haber ocurrido un hecho, debe ser reemplazado por otro. Se adquieren noticias no para la memoria sino para el olvido.

    11. A los setenta y seis años recuperé parte de mi vista y volví a contemplar el rostro de una hermosa amiga de mi juventud. Comprendí que eran preferibles las tinieblas.

    12. En 1929 compré una edición de segunda mano de la Enciclopedia Británica. Alfonso Reyes me dijo: «La Enciclopedia Británica es un excelente compañero de trabajo». De allí salió toda mi obra posterior. Por eso algunas personas creen que soy más erudito de lo que soy.

    13. Me afilié al partido del doctor Hardoy porque iba a perder las elecciones. Es de caballeros optar por las causas perdidas.

    14. No bebo, no fumo, como poco. Mis únicos vicios son leer la Enciclopedia Británica y no leer a Enrique Larreta.

    15. Cuando escribo no pienso nunca en los lectores. Salvo en el sentido de no presentarles dificultades.

    16. Mis comidas favoritas son los copos de maíz, el arroz con manteca y queso, los dulces criollos (de batata, deleche, de tomate, de zapallo), el jamón con huevos. Me gusta la comida liviana y mi mayor «calaverada» esun plato de ravioles con manteca y queso, pero sin salsa. En Estados Unidos me habitué a las sopas de pescados y mariscos, suaves, no agresivas como la boullabaise. Y el café, sobre todo el colombiano, que essuave. No tengo colores favoritos, pues sólo veo el amarillo, que se parece al oro y a los crepúsculos.

    17. Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse desde lejos y no tomarse en serio. Después, el valor y la humildad, siempre que no sea ostentosa.


    18.
    No he leído un diario en toda mi vida, debido a mi interés por el inglés antiguo, el sánscrito y cosas parecidas.

    19. Me gustan los juegos solitarios: el ajedrez, la equitación, la natación. Detesto los deportes masivos como el fútbol y el cóctel.

    20. Mi autor favorito es George Bernard Shaw. Entiendo que la diferencia entre él y otros ilustres escritores de nuestro tiempo es que él es, acaso, el único que tiene sentido de lo heroico. Otros, como William Faulkner, alque admiro mucho, parecen haberse especializado en situaciones innobles y ambientes demoníacos. En cambio, Shaw es superior a los demás no sólo en lo intelectual sino en lo moral. Solamente él pudo llevar aescena a auténticos héroes como Santa Juana, Julio César o los ancianos de La vuelta a Matusalén.

    21. De niño me escondía a leer dos libros prohibidos: Las mil y una noches en la traducción de Burton, que se consideraba obsceno, Martín Fierro que mi madre juzgaba un texto adecuado sólo para rufianes y que para nada hablaba de los verdaderos gauchos.

    22. En 1956 recibí mi nombramiento de profesor de Literatura Inglesa y Norteamericana en la Universidad de Buenos Aires. Otros candidatos habían hecho llegar los informes sobre sus títulos, traducciones, estudios y trabajos realizados. Yo me limité a enviar esta precisión: «Muy inconscientemente me estuve preparando para este cargo a través de toda mi vida». Fui contratado y pasé doce años muy felices.


    23. Ante cualquier desgracia, pienso que aún me queda por vivir una experiencia completamente nueva: la muerte. Algo que -al menos, en mi caso - aún no sobrevino. Se abre una vida nueva. O no hay nada, lo cual también es nuevo.

    24. Cuando yo era chico, ignorar el francés era casi ser analfabeto. Luego hemos pasado del francés al inglés y del inglés, a la ignorancia, aun, del castellano.

    25. Mis comienzos literarios fueron en una época que desconocía la máquina de escribir y para la cual una clara caligrafía era parte de los buenos modales.

    26. Soy demasiado perezoso para escribir novelas. Para hacerlo hay que utilizar muchos rellenos. Antes de llegar al tercer capítulo me sentiría tan aburrido que nunca llegaría a terminarla. La novela es una superstición de nuestro tiempo, como lo fueron la tragedia de cinco actos y la epopeya. Es verosímil que desaparezca. Puede haber una literatura sin novelas de cuatrocientas o quinientas páginas, pero no sin poemas o cuentos.


    Borges juzga a Borges

    1. La ceguera gradual no es trágica. Es como un lento atardecer de verano.

    2. En el orden intelectual soy un hombre desgarrado hasta el escándalo por sucesivas y contarias lealtades.

    3. Pido a mis dioses o a la suma del tiempo que mis días merezcan el olvido, que mi nombre sea Nadie como el de Ulises, pero que algún verso perdure en la noche propicia a la memoria o en las mañanas de los hombres.

    4. Soy un hombre inapto para las exaltaciones patrióticas y la lugonería: me aburren las comparaciones visuales y a la audición del Himno Nacional prefiero la del tango Loca (1925).

    5. No me interesa en absoluto el juicio de la posteridad. Espero ser olvidado definitivamente...

    6. Prefiero ser opaco y gris antes que brillante. Mucho menos, brilloso.

    7. Yo soy muy ilógico. Lo que pasa es que los demás me toman demasiado en serio.

    8. Yo no tengo mensaje. No soy un evangelista.

    9. Algunos críticos malintencionados dicen que soy demasiado inteligente y muy culto. Nadie lo es.

    Borges opina sobre la obra de Borges

    1. Unos pocos argumentos me han hostigado a lo largo de mi vida; soy decididamente monótono.

    2. Luna de enfrente es un mal libro que dejé caer junto con otros. No me interesa hoy. Ahí está la prueba de que no tenía oído y no sabía versificar (1975).

    3. Toda mi obra es autobiográfica. No puedo crear personajes como hace Dickens. El único personaje soy yo.

    4. No uso malas palabras porque están asociadas a la escuela primaria, donde las aprendí. Tampoco las usaban los orilleros, porque sabían que un «andate a la mierda» podía costar la vida. Ahora, en cambio, la gente se dice de todo y no pasa de la bravata verbal.

    5. Dicen que he influido en Cortázar. No seamos tan pesimistas. Sus cuentos, que no he leído, han de ser mejores que los míos.


    6.
    Lamento haberme vinculado al grupo de la revista Martín Fierro. Me disgustaba lo que representaba, que era la idea francesa de que la literatura se renueva incesantemente. Como París tenía cenáculos que se revolcaban en la publicidad y la discusión ociosa, nosotros debíamos adecuarnos a los tiempos y hacer lo mismo. Ahora siento poca simpatía por el joven pedante y dogmático que fui.

    7. Hombre de la esquina rosada ha alcanzado una popularidad casi enojosa y hoy se me antoja pretencioso y amanerado y los personajes me resultan falsos

    8. Ficciones y El Aleph son mis mejores libros. El sur, mi mejor cuento. El Golem, mi mejor poema.


    9. He leído mucho de teología protestante, budismo y Spinoza. Pero no soy religioso, budista ni spinozista. He utilizado a Berkeley y Schopenhauer por sus posibilidades literarias, no porque creyera en sus doctrinas. Mis cuentos no son fábulas para convencer a nadie.














    BUENOS AIRES

    1. Buenos Aires es amistad en la esquina de barrio y nostalgia de esa amistad en las calles del centro.

    2. Me he acostumbrado a Buenos Aires, ciudad que no me atrae, como quien se acostumbra a su cuerpo o a una vieja dolencia.

    3. Buenos Aires es horrible de fea. Con el obelisco y las macetas de la calle Florida han terminado de afearla.Pero es preferible soportar su fealdad de cerca que sufrir su nostalgia en el extranjero.


    CINE

    1. El cine francés (1932): su mero y pleno afán hasta ahora es el de no parecer norteamericano, riesgo que ciertamente no corre.

    2. En uno de los más altos films del Soviet (El acorazado Potemkin de Sergio Eisenstein) un acorazado bombardea a quemarropa el abarrotado puerto de Odessa, sin otra mortandad que la de unos leones de márnol. Esa puntería inocua se debe a que es un virtuoso acorazado maximalista.

    3. El doblaje propone monstruos que combinan las ilustres facciones de Greta Garbo con la voz de Aldonza Lorenzo. ¿Cómo no publicar nuestra admiración ante ese prodigio penoso, ante esas industriosas anomalías fonético-visuales? Ya que hay usurpación de voces, ¿por qué no también de figuras? ¿Cuándo veremos directamente a Juana González en el papel de Greta Garbo? La voz de Hepburn o de Garbo no es contingente; es, para el mundo, uno de los atributos que las definen. Cabe asimismo recordar que la mímica del inglés no es la del español.


    DIALOGOS

    • Un periodista malévolo: ¿Usted se quedó ciego de tanto plagiar?

    Borges: ¿Y usted se quedó rengo de tanto escribir?


    • Un admirador: Maestro, usted es inmortal.

    Borges: Caramba, hombre, no sea tan pesimista.


    • Una señorita: ¡Qué hermoso crepúsculo! Mire Borges.

    Borges: ¿Mirar? ¿Habla usted siempre en metáforas, señorita?


    • Un periodista peruano: Usted, ¿de quién es partidario? ¿De Pizarro o de Atahualpa?

    Borges: ¿Y usted? ¿De Roma o de Cartago?


    • Alguien: Borges, usted es un bluff.

    Borges: Sí, pero tenga en cuenta que involuntario.


    • Un estudiante contestatario norteamericano: ¡Usted está muerto!

    Borges: Es verdad, sólo que hay un error de fechas.


    ESCRITORES

    1. Miguel de Unamuno: una seria presunción de genialidad. Unico sentidor español de la metafísica y por eso y por otras inteligencias, gran escritor.

    2. Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento, Vicente Fidel López, Lucio Mansilla, Eduardo Wilde: el tono de su escritura fue el de su voz; su boca no fue la contradicción de su mano. Fueron argentinos con dignidad: su decirse criollos no fue una arrogancia orillera ni un mal humor. Escribieron el dialecto usual de sus días: ni recaer en españoles ni degenerar en malevos fue su apetencia. Dijeron bien en argentinos: cosa en desuso. No precisaron disfrazarse de otros ni dragonear de recién venidos para escribir.

    3. Rubén Darío: Hombre que a trueque de importar del francés unas comodidades métricas amuebló a mansalva sus versos en el Petit Larousse con una tan infinita ausencia de escrúpulos que panteísmo y cristianismo eran palabras sinónimas para él y que al representarse aburrimiento escribía nirvana.

    4. Paul Valéry: El héroe de la lucidez que organiza. Un hombre que, en un siglo que adora los caóticos ídolos de la sangre, la tierra y la pasión, prefirió siempre los lúcidos placeres del pensamiento y las secretas aventuras del orden.

    5. Gustave Flaubert: El hombre que con Madame Bovary forjó la novela realista fue también el primero en romperla con las negligencias o desdenes o libertades de su última época. Madame Bovary es un libro torpe. Sus personajes, al abrir una puerta, infaliblemente, deben anoticiarse de todos los muebles que hay en la habitación. Flaubert fue el primer Adán de una especie nueva: la del hombre de letras como sacerdote, como asceta y casi como mártir.

    6. Ricardo Rojas: Escritor inversamente paradójico cuya historia de la literatura argentina es más extensa que la literatura argentina.

    7. Mencionar el nombre de Oscar Wilde es mencionar a un dandy que fuera también un poeta, es evocar la imagen de un caballero dedicado al pobre propósito de asombrar con corbatas y con metáforas. También es evocar la noción del arte como un juego selecto o secreto y del poeta como un laborioso artífice de monstruos. Es evocar el fatigado crepúsculo del siglo XIX y esa opresiva pompa de invernáculo o de baile de máscaras. A Wilde lo ha perjudicado su perfección; su obra es tan armoniosa que puede parecer inevitable y aún baladí. Nos cuesta imaginar el universo sin los epigramas de Wilde; esa dificultad no los hace menos plausibles.

    8. Macedonio Fernández: No conocí a ninguna persona que me haya impresionado tanto como él. No me refiero a sus escritos. Macedonio no daba importancia a lo que escribía, pues simplemente lo hacía para ayudarse a pensar. Quienes lo hemos escuchado no podemos maravillarnos de que los hombres que perdurablemente han influido en la humanidad -Pitágoras, Buddha, Sócrates, Jesucristo- prefirieran la palabra oral a la palabra escrita.

    9. Arturo Capdevila: Trabajaba de español. Hablaba como si dictara: Querido amigo - dos puntos - le escribo pero antes - coma - me gustaría observar que tal y tal cosa, punto. Me gustan muchísimo algunas páginas suyas. Melpómene es un poema estupendo dentro de su juego. Lo que pasa es que ya no jugamos a ese juego.

    10. Ernesto Sábato: Me dicen que en Italia los libros de Sábato se venden con una faja que dice: "Sábato, el rival de Borges". Es extraño, pues los míos no llevan una faja que diga: "Borges, el rival de Sábato". El es un escritor respetable cuyas obras pueden estar en manos de todos sin ningún peligro.

    11. Federico García Lorca fue un poeta menor y pintoresco, una suerte de andaluz profesional. Las condiciones en que murió fueron favorables para él. A un poeta le conviene morir así. Ojalá yo muera ejecutado. Además, esto permitió a Antonio Machado, que era mejor poeta que él, escribir un espléndido poema.

    12. Adolfo Bioy Casares: Lo conocí en 1930 o 1931, cuando él tenía diecisiete años y yo poco más de treinta. En estos casos se supone que el mayor se convierte en maestro y el menor en su discípulo. Esto quizás haya ocurrido al principio pero, años después, cuando empezamos a trabajar juntos, Bioy era secreta y verdaderamente el maestro. En contraposición a mi gusto por lo patético, sentencioso y barroco, Bioy me enseñó que eran preferibles la paz y la mesura. Si se me permite una definición pomposa, diría que me condujo gradualmente hacia el clasicismo.

    13. Cuando se fundó Sur, Victoria Ocampo sólo quería firmas ilustres y no las notas de actualidad cultural, que son las que quiere encontrar el lector, mientras que si encuentra un artículo de cuarenta páginas firmado Homero y otro de cincuenta páginas firmado Víctor Hugo no hace más que fatigarse. Es una antología mensual, Valéry junto a Huxley, y no una revista. Esta se hace con un grupo de personas que comparten las mismas convicciones. Victoria se interesaba infinitamente por Sur, pero finalmente se publicaba lo que quería el secretario. Aparte de escritores que figuraban por cortesía y otros, en serio, había personajes quenada tenían que ver con la literatura, como Alfredo González Garaño, un señor muy simpático, y María Rosa Oliver, que estuvo en el té de fundación y por eso pasó al comité asesor.

    14. Si un francés lee a Lugones no encuentra más que a Laforgue, al peor Hugo y a Samain. A Lugones le importaban más los libros que la vida. Su religiosidad y su antisemitisrno se deben a que él pensaba que eran creencias propias de caballeros. Se había formado la idea de que un argentino debe pensar de tal manera y no de otra. Tal vez ni los judíos ni la Virgen le importaban demasiado.


    ESPAÑA Y LOS ESPAÑOLES

    1. Algún ejemplo de genialidad española vale por literaturas enteras: Francisco de Quevedo, Miguel de Cervantes. El que no es genio, es nadie; el único recurso español es la genialidad. Tanto es así que el español no sospechoso de genialidad nunca recabó una página buena.

    2. No he observado jamás que los españoles hablaran mejor que nosotros. Hablan en voz más alta, eso sí, con el aplomo de quienes ignoran la duda.

    3. La literatura americana es escamoteada por los profesores españoles en Estados Unidos. Nombran siempre al deleznable Azorín, pero jamás a Banchs o a Lugones. Cuando explican el Martín Fierro se remiten a la picaresca y lo consideran una extensión del romancero español. Hasta el propio Unanumo ha dicho la correspondiente pavada al respecto. Quieren mantener la ficción de que aquí no se inventó nada. Algunos argentinos aceptan estas explicaciones porque tienen una actitud colonial ante España.

    4. Cuando llegué a España después de la primera guerra mundial me sorprendí muchísimo al encontrarme con escritores que ignoraban el francés, que para mí era como si no hubieran aprendido a leer y escribir.Gerardo Diego me dijo que había leído traducciones de Apollinaire. En el Río de la Plata estábamos mucho más cerca de Francia que en España. Tal vez ellos no aprendían el francés porque les traía el recuerdo doloroso de la invasión napoleónica. Lo mismo con el inglés, que les recordaba el desastre colonial de 1898. Lo mismo con la literatura hispanoamericana, que evocaba la derrota ante los independentistas, etc.

    5. El español sigue siendo, para las letras, como una lengua un tanto provincial. Los españoles no me tomaron en serio hasta ser descubierto en París.


    El universo

    1. Quizá la realidad esté ordenada, pero de acuerdo a leyes divinas -traduzco: a leyes inhumanas- que no acabamos nunca de percibir.


    El saber y las ciencias

    1. La duda es uno de los nombres de la inteligencia.

    2. Todas las teorías son legítimas y ninguna importa. Lo que importa es lo que se hace con ellas.


    El destino y el azar

    1. El destino es el nombre que aplicamos a la infinita operación incesante de millares de causas entreveradas.



    HISTORIA

    1. La imprenta ha sido uno de los peores males del hombre, ya que tendió a multiplicar hasta el vértigo textos innecesarios.

    2. Las características principales de este siglo son la estupidez y la ingenuidad. La gente compra productos que recomiendan quienes los venden y se aficiona a personajes cuyos retratos han sido publicados por esos mismos personajes.

    3. La Edad Media fue una época mejor que la actual. Había pocos libros y eran releídos. Carecían de la maldición de la imprenta. Si un libro perduraba, era porque valía la pena de ser copiado.

    4. La tecnología ha creado aparatos caprichosos y desleales, como las máquinas filmadoras y los aviones. En cambio, en lo artesanal, no recuerdo que una cuchara se haya negado a darme la sopa, o una escalera, a llevarme a donde yo quisiera ir.


    JUDIOS Y ANTISEMITAS

    1. Dos pueblos son esenciales a la formación de Occidente: Israel y Grecia. Puedo preferir el dulce de leche al café, pero no prescindir de lo judío y lo griego, que son formas del universo.


    LIBROS

    1. Martín Fierro es el poema, no de la pampa, sino del hombre desterrado de la pampa, del hombre rechazado por la civilización pastoril centrada en las estancias como pueblos y en el pago sociable. A Fierro, al todovaleroso hombre Fierro, le dolía aguantar la soledad, quiero decir la pampa. El Martín Fierro es menos la epopeya de nuestros orígenes que la autobiografía de un chillero, falseada por bravatas y por quejumbres que casi profetizan el tango. No acepto que Martín Fierro sea un mensaje de protesta social. Es más bien un alegato contra el Ministerio de Guerra. Martín Fierro es un desertor que deleita a los militares. Si, a imitación de Martín Fierro, todos los soldados hubieran sido gauchos desertores, no hubiera habido conquista del desierto. Las lanzas de Pincén o Coliqueo habrían asolado nuestras ciudades y, entre otras cosas, a José Hernández le hubiesen faltado tipógrafos. También careceríamos de escultores para monumentos al gaucho.

    2. El Quijote: La crítica española, ante la probada excelencia de esta novela, no ha querido pensar que su mayor (y tal vez único irrecusable) valor fuera el psicológico, y le atribuye dones de estilo, que a muchosparecerán misteriosos. En verdad, basta revisar unos párrafos del Quijote para sentir que Cervantes no era estilista (a lo menos en la presente acepción acústico-decorativa de la palabra) y que le interesaban demasiado los destinos de Quijote y Sancho para dejarse distraer por su propia voz. El Quijote fue ante todo un libro agradable; ahora es una ocasión de brindis patrióticos, de soberbia gramatical, de obscenas ediciones de lujo. Las aventuras del Quijote no están muy bien ideadas, los lentos y antitéticos diálogos -razonamientos creo que los llama el autor- pecan de inverosímiles, pero no cabe duda de que Cervantes conocía bien a Don Quijote y podía creer en él. Nuestra creencia en la creencia del novelista salva todas las negligencias y fallas. Qué importan hechos increíbles o torpes si nos consta que el autor los ha ideado, no para sorprender nuestra fe, sino para definir a sus personajes.


    LITERATURA

    1. Descreo de los métodos del realismo, método artificial si los hay; prefiero revelar de una buena vez lo que comprendí gradualmente.

    2. Un libro es más que una estructura verbal; es el diálogo que entabla con su lector y la entonación que impone a su voz y las cambiantes y durables imágenes que deja en su memoria.

    3. Una literatura difiere de otra, ulterior o anterior, menos por el texto que por la manera de ser leída.

    4. Al principio, todo escritor es barroco, vanidosamente barroco, y al cabo de los años puede lograr, si son favorables los astros, no la sencillez, que no es nada, sino la modesta y secreta complejidad.

    5. No vale la pena interesarse en el periodismo, pues está destinado a desaparecer. Bastaría, en lugar de diarios, con un periódico bimensual, ya que todos los días no se producen hechos sensacionales. En la época grecolatina se leían libros y no se perdía el tiempo en tonterías.

    6. Sería mejor que los escritores no vivieran de su profesión porque así se prostituyen las literaturas por el deseo de ganar. En cambio, si el escritor fuera, al mismo tiempo, un carpintero, o si puliera lentes, como Spinoza, podría dedicarse a ese trabajo que le aseguraría el pan y luego podría dedicarse al otro trabajo, sin apresurarlo, porque no pensaría en la gloria.

    7. Para un escritor, el oficio más peligroso es el periodismo, porque se parece bastante a la literatura como para contaminarlo. Para una persona que escribe en el dialecto de los periodistas parece muy difícil que pueda después escribir en el otro dialecto, un poco más digno, de la literatura.


    8. Antes había un proceso que consistía en pensar, crear, escribir y publicar. Ahora se empieza por el fin, por publicar.

    9. Creo que sólo hay buena o mala literatura. Eso de literatura comprometida me suena a equitación protestante.

    10. Leer es, para mí, lo que para Samuel Johnson: «Todo lo que nos hace olvidar el aquí y el ahora, todo lo que nos aleja de nuestra circunstancia personal, todo lo que nos ennoblece, todo lo que nos mejora». Y el placer privado de poseer un libro.


    11.
    En mi época no había best-sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución.


    12.
    El ritmo es la respiración del poema. Es mucho más importante que las imágenes o las ideas.


    POLITICA

    1. Un embajador o un ministro es una suerte de lisiado que es preciso trasladar en largos y ruidosos vehículos, cercado de ciclistas y granaderos y aguardado por ansiosos fotógrafos.


    2.
    Me parece raro que se permita a todo mundo opinar sobre política. Se supone que cualquier changador de la esquina o cualquier analfabeto puede discurrir sobre política. Sin embargo, no se supone que tenga opiniones muy inteligentes sobre la teoría de los conjuntos o el cálculo infinitesimal.

    3. El libre albedrío y la libertad son meras ilusiones necesarias (1976).

    4. La democracia es una superstición basada en la estadística.

    5. Hay una justificación estética de la censura. A diferencia del lenguaje filosófico o matemático, el lenguaje literario es indirecto; sus instrumentos esenciales y más precisos son la alusión y la metáfora, no la declaración explícita. La censura impulsa a los escritores al manejo de estos procedimientos, que son los sustanciales. Así, dos grandes escritores del siglo XVIII, Gibbon y Voltaire, deben buena parte de su admiración a la necesidad de tratar en forma indirecta lo obsceno.

    6. Desearía un Estado como Suiza, donde no se sabe cómo se llama el presidente. Propondría que los políticos fueran personajes secretos. Este Estado que no se nota es posible. Sólo es cuestión de esperar doscientos o trescientos años. Y, mientras tanto, jodernos.

    7. El gobierno de Perón fue una larga dictadura que demostró, contra las vanidades locales, que no estamos excluidos, por cierto, del doloroso y común destino de América (1960).


    REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA

    1. El Diccionario de la Real Academia es un espectáculo necrológico deliberado.


    RELIGION

    1. Argüir que es infinita una falta por ser atentatoria de Dios que es Ser infinito es como argüir que es santa porque Dios lo es o como pensar que las injurias inferidas a un tigre han de ser rayadas.

    2. Parménides, Platón, Juan Escoto Erígena, Alberto Magno, Spinoza, Leibniz, Kant y Francis Bradley son los insospechados y mayores maestros de la literatura fantástica. En efecto, ¿qué son los prodigios de Wells o de Edgar Allan Poe -una flor que nos llega del porvenir, un muerto sometido a hipnosis- confrontados con la invención de Dios?

    3. Los católicos argentinos creen en un mundo ultraterreno, pero he notado que no se interesan por él. Conmigo ocurre lo contrario: me interesa y no creo.

    4. Los hombres, a lo largo del tiempo, han repetido siempre dos historias: la de un bajel perdido que busca por los mares mediterráneos una isla querida, y la de un dios que se hace crucificar en el Gólgota.


    5. Melancólicamente, no creo en Dios. Pero es tan extraño este mundo que no quisiera excluir la posibilidad de un ser omnipotente.

    6. Dios existe. ¿Por qué admitir esta hipótesis? ¿Por qué negarla?


    7. En el infierno de Swedenborg los réprobos viven entregados a la política, en el sentido más sudamericano de la palabra; es decir, viven para conspirar, mentir e imponerse.

    8. Si la palabra Dios significa un ser que vive fuera del tiempo, no estoy seguro de creer en él. Pero si significa ese algo en nosotros que está de parte de la justicia, entonces sí creo que, a pesar de todos los crímenes, hay un propósito moral en el mundo.

    9. ¿Habrá en la tierra algo sagrado o algo que no lo sea?


    Ficciones -2-: Las ruinas circulares
























    Imagen de la película muda "El Golem"


    Acerca de creadores y creados:
    EL GOLEM

    Si (como el griego afirma en el Cratilo)

    el nombre es arquetipo de la cosa,
    en las letras de rosa está la rosa
    ytodo el Nilo en la palabra Nilo.

    Y, hecho de consonantes y vocales,
    habrá un terrible Nombre, que la esencia
    cifre de Dios y que la Omnipotencia
    guarde en letras y sílabas cabales.

    Adán y las estrellas lo supieron
    en el Jardín. La herrumbre del pecado
    (dicen los cabalistas) lo ha borrado
    y las generaciones lo perdieron.

    Los artificios y el candor del hombre
    no tienen fin. Sabemos que hubo un día
    en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
    en las vigilias de la judería.

    No a la manera de otras que una vaga
    sombra insinúan en la vaga historia,
    aún está verde y viva la memoria
    de Judá León, que era rabino en Praga.

    Sediento de saber lo que Dios sabe,
    Judá León se dio a permutaciones
    de letras y a complejas variaciones

    yal fin pronunció el Nombre que es la Clave.

    La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
    sobre un muñeco que con torpes manos
    labró, para enseñarle los arcanos
    de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

    El simulacro alzó los soñolientos
    párpados y vio formas y colores
    que no entendió, perdidos en rumores
    yensayó temerosos movimientos.

    Gradualmente se vio (como nosotros)
    aprisionado en esta red sonora
    de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
    Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

    (El cabalista que ofició de numen
    ala vasta criatura apodó Golem;
    estas verdades las refiere Scholem
    en un docto lugar de su volumen.)


    El rabí le explicaba el universo:
    "Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga."
    Y logró, al cabo de años, que el perverso
    barriera bien o mal la sinagoga.

    Tal vez hubo un error en la grafía
    o en la articulación del Sacro Nombre;
    apesar de tan alta hechicería,
    no aprendió a hablar el aprendiz de hombre,


    Sus ojos, menos de hombre que de perro
    y harto menos de perro que de cosa,
    seguían al rabí por la dudosa
    penumbra de las piezas del encierro.

    Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
    ya que a su paso el gato del rabino
    se escondía. (Ese gato no está en Scholem
    pero, a través del tiempo, lo adivino.)

    Elevando a su Dios manos filiales,
    las devociones de su Dios copiaba
    o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
    en cóncavas zalemas orientales.

    El rabí lo miraba con ternura
    ycon algún horror. ¿Cómo (se dijo)
    pude engendrar este penoso hijo
    y la inacción dejé, que es la cordura?

    ¿Por qué di en agregar a la infinita
    serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
    madeja que en lo eterno se devana,
    di otra causa, otro efecto y otra cuita?


    En la hora de angustia y de luz vaga,
    en su Golem los ojos detenía.
    ¿Quién nos dirá las cosas que sentía
    Dios, al mirar a su rabino en Praga?


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    Ajedrez

    I

    En su grave rincón, los jugadores
    rigen las lentas piezas. El tablero
    los demora hasta el alba en su severo
    ámbito en que se odian dos colores.

    Adentro irradian mágicos rigores
    las formas: torre homérica, ligero
    caballo, armada reina, rey postrero,
    oblicuo alfil y peones agresores.

    Cuando los jugadores se hayan ido,
    cuando el tiempo los haya consumido,
    ciertamente no habrá cesado el rito.

    En el Oriente se encendió esta guerra
    cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
    Como el otro, este juego es infinito.

    II

    Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
    reina, torre directa y peón ladino
    sobre lo negro y blanco del camino
    buscan y libran su batalla armada.

    No saben que la mano señalada
    del jugador gobierna su destino,
    no saben que un rigor adamantino
    sujeta su albedrío y su jornada.

    También el jugador es prisionero
    (la sentencia es de Omar) de otro tablero
    de negras noches y blancos días.

    Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
    ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
    de polvo y tiempo y sueño y agonías?